sábado, 11 de abril de 2020

Robando manzanas.



Era el año 1970, hacía tercero de bachillerato en un colegio de curas. Había cumplido 16 años. Pasaba por un momento muy difícil emocionalmente. En mi casa había muchos problemas, mi mamá había enfermado de cáncer y no había mucha motivación para vivir, menos para estudiar.

Era distraído, acomplejado, lleno de traumas, fue una de las etapas más difíciles de mi vida. Para remate indisciplinado, aunque debo decir que jamás me faltó nada, pues mis papás se esforzaron demasiado por mi, por mis hermanos y la casa se mantenía firme, pero nadie sabía que mi vida era un desastre.

En medio de la crisis, fui castigado en el colegio por un cura, no recuerdo por qué razón, pero el castigo era ir al colegio el domingo a las siete de la mañana. Jamás íbamos un domingo a esa hora, pero al cura se le dio por citarnos a un compañero y a mi.

Llegamos a la hora en punto, nos dejaron pasar, entonces el patio del colegio estaba dividido por una cerca de alambre, pero como "muchacho no es gente", además del castigo,  se nos hizo fácil saltar la cerca y echarle mano a unas manzanas que cultivaban allí. No habíamos pasado al otro lado cuando nos llegaron unos 5 perros de la raza Pastor Alemán,  que eran los que cuidaban el colegio de noche.

Uno de ellos se acercó a mi, me olió por todos lados, pero de repente me metió un mordizco terrible debajo del brazo derecho a la altura del estómago. El grito que pegué llamó la atención de los curas que de inmediato recogieron los perros y quedé allí, herido, y avergonzado.
Yo sabía que podía morir si no me hacía inyectar. El cura que manejaba los primeros auxilios se ofreció para atenderme, pero salí corriendo para mi casa.

Al llegar, no le dije nada  a nadie, me metí a la ducha, me puse bastante jabón azul de lavar la ropa y me eché merthiolate, para sufrir en silencio. Con toda seguridad el perro estaba sano, porque de lo contrario no estaría contando la historia. En mi casa nadie supo nada, en el colegio parece que olvidaron el asunto porque tampoco se habló mas del suceso.

Agregué un trauma más mi cadena, pues cuando veía un perro cerca casi que me orinaba del miedo. Esto se reflejó cuando me iba a casar. Caminábamos con mi flamante novia por las calles de mi barrio haciendo planes para la boda. De pronto salio un perro gigante de una casa y nos atacó. Bueno, pues cogí a mi novia por los hombros y la puse entre el perro y yo, para defenderme del ataque del animal. No me explico como ésta mujer después de esto, de todos modos fue al altar conmigo y este año cumplimos 40 años juntos.

Hasta luego.


Alonso.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.