sábado, 4 de abril de 2020

Misiones en las prisiones


Las Cárceles en Europa




 Para el año 2000 muchas cosas estaban cambiando, no solo pasábamos de un milenio a otro, sino que la Unión Europea se afirmaba con solidez, y así como los florines desaparecieron para dar paso a los euros, nosotros dábamos el paso de fe para incursionar en un territorio que le habíamos pedido al Dios en oración,  pues sabíamos que en las cárceles de esos países había un grupo importante de hispanohablantes sin ser atendidos por sus familias. 


Ya era tiempo de emigrar. Los coros que hablaban de misiones nos hacían parar los pelitos de los brazos, y cada vez que alguien mencionaba el tema de las misiones nos mirábamos con Martha como aceptando que Dios nos hablaba.

Por esos días las misiones estaban en pleno furor en nuestra iglesia. El pastor había regresado de Buthán y solo se hablaba de ese país. La ciudad donde habitábamos se había convertido en una plataforma misionera y el fuego por las misiones nos había alcanzado. 

La obra en las cárceles en Colombia iba bien adelantada, había un grupo importante de discípulos tanto dentro de los muros como afuera en la iglesia.  Sentíamos paz de avanzar en el desarrollo de nuestro ministerio, aunque nuestros hijos eran bien pequeños, los gemelos tenían 7 años, ellos sabían que nos íbamos de Colombia muy pronto. 

Y así fue, dejamos todo, absolutamente todo, casa, empresa, amigos, iglesia, familia, esa fe la honró Dios, pues las condiciones no eran apropiadas para el consulado holandés, pero es que cuando es plan de Dios no importa lo que piensen las autoridades civiles. Un 24 de diciembre a las ocho de la mañana estábamos desembarcando en Amsterdam.   

Pocas semanas más tardes estábamos entrando a las cárceles en Holanda para predicar el mensaje de salvación a los perdidos. 

Más adelante les hablaré de las cosas que vivimos en esos cuatro años sirviendo al Señor en ese país. 

Hasta entonces.


Alonso.


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