Es casi imposible escribir una líneas sobre nuestras vidas, sin hacer referencia a los antepasados. Vengo de una línea del Norte de Santander en Colombia, de un padre campesino, orgullosamente campesino, de abuelos paternos campesinos de la región de La Bateca, Toledo, a muy pocos kilómetros de la frontera con Venezuela. Por parte de mi mamá, nacida en el centro de Bucaramanga, la ciudad bonita, la ciudad de los parques, de una línea de artistas, dibujantes, músicos, maestros.
De hecho en la foto, ella aparece tocando la bandola que era el instrumento que aprendió bajo la mirada de sus hermanos mayores. Ella nos contaba que tenían un grupo musical de cuerdas, y cuando practicaban la puerta de la casa se llenaba de gente.
Esa línea musical, artística, ha dado varias generaciones de músicos, artistas, pintores, ilustradores, diseñadores, fotógrafos.
Prácticamente todos mis hermanos tienen en sus casas ese legado de nuestra mamá, la vena artística.
En Pamplona, mi papá trabajaba con la Aduana de Colombia, y fui el último de los hijos que nació en ese municipio. 1954 era una época en nuestro país donde se recuperaba de la violencia de los años del 1948 en adelante.
Muy pocos meses después de mi nacimiento, mi familia se trasladó a la ciudad de Medellín, para vivir en el barrio Manrique, unos pocos meses, porque mi papá aceptó el traslado de ciudad nuevamente y fuimos a parar a Bogotá, de donde salí cuando me casé en 1980.
Mi papá nunca dejó de ser campesino, mi mamá siempre estuvo muy orgullosa de haber nacido en la ciudad, y yo me siento honrado de haber tenido la familia que Dios me dio. Con todas sus equivocaciones, todos sus errores pero con mas aciertos que errores, todos salimos adelante, de alguna manera felices de lo que hacemos .
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