Texto: Luc 23:38 Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
Luc 23:39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Luc 23:40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
Luc 23:41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
Luc 23:42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Luc 23:43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
El imperio romano había declarado que él malhechor no era apto para continuar viviendo en esa sociedad, y que por esa razón, lo estaba ejecutando.
Sin embargo, el Señor Jesús le dijo que le haría apto para el reino de los cielos. Concretamente le dijo: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso".
Pero por que si era un ladrón, si estaba siendo castigado por infringir la ley, Jesús le dice que irá al paraíso?
Reconoció su culpabilidad.
Nosotros estamos recibiendo lo que merecemos.
El rey David, después de pecar gravemente contra Dios, escribe el salmo 51 donde rasga su corazón, avergonzado y pide misericordia a Dios, reconociendo su propia maldad.
Esta es la base del evangelio y de la salvación.
Reconocer su culpabilidad delante de Dios, confesar su pecado y apartarse para recibir misericordia Divina.
Cuando Dios preguntó a Adán quién había pecado, prácticamente le echó la culpa a Dios porque le dijo: La mujer que me diste me engañó.
Muchas personas hoy, les cuesta reconocer su maldad delante de Dios, se excusan en que robar y matar es solo pecar, que todo el mundo hace lo mismo, que Dios es demasiado bueno, inclusive dicen que su mamá es cristiana, o que su abuelita lee la biblia, como respuesta a la confrontación contra el pecado.
Este malhechor como lo describe la biblia, enfrentó su situación a las mismas puertas de la muerte. Yo merezco lo que padezco por lo que hice.
Tuvo carácter y enfrentó una realidad.
Reconoció a Jesús como Dios, sin pecado.
Este hombre, quien está siendo castigado, que en minutos, u horas va a pasar de la vida a la muerte, y muerte cruel, reconoce, no solo su pecado, sino la pureza del Señor, y le da la honra a Jesus de ser no solo hombre sino Dios también.
No temes tú a Dios? Este ningún mal hizo.
Como hemos explicado muchas veces en estas jornadas de estudio bíblico, Jesus es Dios, no es que Jesus sea un hijo de Dios, No, Jesus es el hijo de Dios, y eso lo hace Dios, es de la misma naturaleza que el Padre.
A esto se le llama la unión hipostática, que Jesus es ciento por ciento hombre, ciento por ciento Dios, y el malhechor, estaba por encima de los estudiosos fariseos en conocimiento.
Pero también reconoce que Jesus era santo, porque lo declara, Este ningún mal hizo.
Porque no hay otro mediador entre Dios y los hombres sino Jesucristo hombre, no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos sino Jesucristo hombre.
Si hubiera existido otra persona igual de pura, de santa como Jesús, pues no habría necesidad de hacer morir al Hijo de Dios en la cruz, entonces hubieran enviado a ese santo, pero La Biblia es clara y nos dice que no hay ni siquiera uno que sea santo, y puro, que todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios.
Por tanto solo Jesús es el único digno de llevar nuestros pecados sobre sus hombros y morir por una humanidad agobiada y doliente.
Reconoció que el reino de Jesus era real, y pidió que le permitiera ir allí.
Acuérdate de mí cuando estés en el paraíso.
Los musulmanes tienen como promesa para la eternidad, un cielo para ellos con 72 vírgenes a su servicio. Que terrible situación debe ser, cuando después de chocar un avión, o hacer explotar una bomba atada a su cuerpo, llegan a enfrentar la realidad, de un lugar sombrío lleno de demonios.
El paraíso está destinado a los arrepentidos y apartados del pecado, a los que confiesan que Jesus es Dios, y que es sin pecado, a los redimidos por la sangre del Cordero, a los que confiesan que Jesus es el Señor.
La respuesta del Señor es maravillosa.
Mientras el otro malhechor no teme a Dios a la mismas puertas de la condenación, Jesús de Nazaret, colgado en la cruz en el Gólgota, a pocos segundos de expirar, le da la entrada al cielo, a un pecador arrepentido. Qué maravilla, qué gloria, qué emoción, un paraíso inaugurado por un ladrón.
Sin necesidad de haber sido bautizado, para los que creen que el bautismo salva, sin necesidad de haber pasado por un seminario bíblico, sin necesidad de nada más sino su propia convicción de pecado y posterior arrepentimiento.
Maravillosas sorpresas nos llevaremos cuando encontremos allí a nuestros hermanos, muchos de ellos desechados por la sociedad, desechados por el gobierno de Roma, allí en un cielo eterno.
Jesus no desecha a nadie, solo hay que reconocer nuestra maldad delante de Él, y confesar que Jesuscristo es el Señor de nuestras vidas.
Oremos
"Los cristianos son como la sal. La sal produce sed.
¿Qué está haciendo usted para provocar en otra persona una sed de Jesús?
Él es el Agua de la Vida. ¿Estamos creando una sed por esta Agua?
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