miércoles, 14 de agosto de 2024



Texto:  Juan 7:37  En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 

Juan 7:38  El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 


Se dice que una persona en buen estado de salud puede sobrevivir sin comer de seis a ocho semanas, pero sin beber agua tan solo 5 días. Esto es porque el cuerpo humano necesita del líquido más que de la comida para tener vida.

 

El Señor Jesús habló de la sed como una analogía cuando quiso hacer notoria la necesidad de venir a Él, y prometió que desde allí adentro de la persona una vez haya bebido, correrían ríos de agua que calmaría la sed para siempre. 


Esa misma agua que le fue prometida a la mujer Samaritana. 


Pero para beber del Espíritu es necesario tener sed, de lo contrario no sucederá nada. 

Hablando con Nicodemo el principal de la sinagoga le dijo: Juan 3:17  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 

Juan 3:18  El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 

La sed de beber del Espíritu viene de Dios. 

Es Él Quien proporciona La Palabra, El Espíritu y la Fe, para que los que la oyeren, sean convencidos por El Espíritu y acepten beber del agua que ofrece al mundo.

 

Ese deseo, ese anhelo sólo lo puede proporcionar Dios, en Su soberanía, pone en nuestros corazones el ferviente deseo de establecer una relación con Él por medio de La Palabra. 


Y una vez venido el Espíritu sobre la persona que es salvada, rios de agua viva, una poderosa fuerza interior procedente de La Palabra, inunda ese  ser y se produce el milagro de la conversión.


Con una demostración inequívoca de la transformación del ser humano, dando un paso de las tinieblas a la luz, de la ignorancia a la sabiduría del cielo, de la miseria a la riqueza, de la muerte espiritual, a la vida en abundancia. 


Es Dios, Quien tiene hasta hoy la puerta abierta para los que deseen entrar a beber del agua de vida eterna, es Jesucristo el consumador de la fe, es el Espíritu Santo el administrador de la salvación. 


¿Quieres beber hoy del agua de vida eterna? 


Ven, los brazos del Señor Jesus están extendidos para quienes deseen un cambio de vida extremo. 

La puerta está abierta, la entrada es libre, el precio ya fue pagado, la cuenta está saldada, pero hay un límite. 


Un día al igual que la puerta del Arca de Noé se cerró así la puerta de la salvación se cerrará, y los que queden por fuera no tendrán otra oportunidad. 


Como las cinco vírgenes insensatas, como el rico epulón, como todos aquellos que desecharon la invitación y amaron más las tinieblas que la luz, para ellos no hay un cielo. 


Qué esperas para arrepentirte de tus pecados y venir a Cristo, Él te ama con amor eterno, la puerta sigue abierta, la invitación sigue extendida. 


Pronto, rendiremos cuentas al Señor, porque todos, ricos y pobres estaremos delante del Señor y nuestras obras serán contadas. 


Ven a beber, hoy mismo. 


Dios les bendiga. 


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