jueves, 21 de abril de 2022

Un queso bien frío.

 Al Señor Jan Roos por su cumpleaños número 66 le regalaron un gran queso redondo y amarillo de cinco kilos, forrado en cera. 

Cuando llegué al parqueadero, el queso estaba en el piso. 


Me pareció bastante extraño y lo puse sobre una mesa. Luego cuando regresé, encontré de nuevo el queso en el suelo, volví a ponerlo sobre la mesa. Entonces la siguiente vez que me encontré con el señor Roos, este me dijo: Usted es el que me ha estado poniendo mi queso sobre la mesa. Le dije, si, que yo sepa la comida no se pone en el suelo. Me dijo: En este país sí, porque el suelo tiene una temperatura muy parecida a la de la nevera, por tanto es en el suelo donde se conserva mejor. 


Comprendí que las costumbres son diferentes según donde vivamos. Pero al llegar a la iglesia el domingo, el pastor abrió La Biblia, y leyó una porción de las Escrituras y eran las mismas que había leído en mi país, y en todos los países de la tierra. 


Estas eran las mismas palabras que por siglos han leído aquí y allá, pobres y ricos, enfermos y sanos, cultos e incultos, La Palabra de Dios sigue siendo la misma sin importar las costumbres de los pueblos y esto me pareció genial. 



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