Un pastor oraba para que se destruyera el local de un ateo donde vendía licor.
Un día hubo una tormenta y un rayo cayó sobre el negocio y éste se incendió.
Fueron a la corte, y el ateo decía que era el pastor culpable del incendio por sus oraciones, el pastor decía que no tenía nada que ver con el asunto.
Dijo el juez. Tengo un problema: El ateo cree más en el poder de la oración que el mismo predicador.
Y tú crees en el poder de la oración?
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